Es innato del ser humano querer ser parte y pertenecer a “algo más grande”. Para que eso suceda debemos aceptar nuestras diferencias. Eso es lo que hace de Sesame Street un lugar tan especial: grandes pájaros y hadas pequeñas, monstruos rojos eternamente felices, cascarrabias eternamente gruñones, vampiros amantes de las matemáticas como el Conde y pelirrojas amantes del arte y la música como Julia. Todos ellos no solo cohabitan, sino que también se respetan, se aman y se cuidan mutuamente. 

Nosotros podemos hacer lo mismo en nuestros vecindarios. Al mantener el corazón dispuesto y escuchar atentamente, tal como lo hacen Julia y sus amigos, podemos incluir a toda nuestra comunidad en un cálido abrazo de pertenencia. 

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